Los orígenes: De Les Biscuits Salés a Feria
En la efervescente y vibrante escena musical de Barcelona, el año 2000 marcó un renovado e inspirador comienzo para tres talentosas artistas, tras la disolución del icónico grupo Les Biscuits Salés. Helena Larramona, Elisa Pérez y Marta Larramona, cada una con su propia visión creativa y su deseo de explorar nuevas avenidas musicales, decidieron canalizar su energía y pasión en un proyecto completamente nuevo que rápidamente tomaría el nombre de Feria. Este nuevo nombre representaba la esencia misma de un cambio de rumbo, un espacio donde las ideas, las emociones y la música se fusionaban de una manera fresca y poco convencional.
A diferencia de muchas otras formaciones musicales tradicionales de la época, Feria no nació desde la composición clásica de canciones, como podría haber sido lo habitual en ese entonces. En lugar de seguir las fórmulas estándar de creación, Feria adoptó una metodología mucho más singular, casi artesanal y profundamente colaborativa. Las tres integrantes del grupo decidieron embarcarse en una forma de composición totalmente innovadora, donde lo que realmente importaba no era la estructura tradicional de una canción, sino la libertad creativa y el intercambio de ideas sin restricciones.
Así, las tres artistas no componían canciones de la manera tradicional, sino que se basaban en un proceso único. En lugar de construir melodías completas desde un inicio, se dedicaban a compartir pensamientos, ideas sueltas, frases dispersas, sentimientos en forma de palabras y conceptos abstractos con Genís Segarra (miembro del dúo Astrud) y con Carlos Ballesteros, quienes, con su experiencia y habilidad, se encargaban de traducir ese material crudo y en su mayoría inacabado en auténticas composiciones. Era un proceso de transformación casi mágica, donde las ideas tomadas de la cotidianidad se transformaban en melodías, armonías y estructuras musicales completas.
De este proceso nacían las pequeñas joyas pop que rápidamente se convertirían en el sello distintivo de Feria: esas piezas musicales que, en su brevedad, lograban concentrar una intensidad emocional notable. Esos minutos dorados de música, que desbordaban sensibilidad y elegancia, eran cuidadosamente elaborados, mostrando una textura minimalista y una profunda sensibilidad que se traduce en la capacidad de evocar mundos completos, complejos, llenos de vida y emoción, en apenas unos compases.

Un pop de vanguardia: Exquisitez sin comerciales
Lo que surgía de este proceso era un tipo de pop deliberadamente minimalista, elegante hasta lo exquisito, y absolutamente ajeno a las fórmulas comerciales del momento. Feria construía canciones que habitaban un territorio sonoro propio, tan reconocible como inclasificable, que les confería una identidad singular dentro de la vanguardia musical de la época.
Con influencias reconocibles (desde el pop electrónico europeo hasta los guiños a la chanson francesa o el synthpop británico), pero siempre tratadas con ironía y con una libertad creativa radical, su sonido se distinguía por una estética precisa y una actitud abiertamente conceptual. Era, sin duda, pop de vanguardia en estado puro. Una rareza deliciosa dentro del panorama musical español, que no pretendía gustar a todos, sino seducir a quienes supieran escuchar entre líneas.
El disco: Un relámpago en la historia
Tras cinco años de trabajo en la sombra (componiendo, grabando, hilando ideas, y construyendo con paciencia su propio universo artístico), Feria lanzó en 2005 su único disco, bajo el mítico sello Austrohúngaro, una discográfica de culto que, a lo largo de los años, ha estado estrechamente ligada al mundo de Astrud y emparentada con otros proyectos del pop experimental español. Esta alianza no solo definió la estética de un movimiento, sino que también brindó una plataforma única para artistas que buscaban romper con los cánones establecidos, fusionando géneros y estilos de manera radical.
El álbum, que fue editado en formato Cd, no llevaba un título homónimo, pero se caracterizaba por estar cargado de una fuerte identidad que lo hacía inconfundible. A pesar de la ausencia de un nombre concreto, su contenido y sonido resonaban con una personalidad propia que trascendía cualquier etiqueta. El disco contenía trece canciones, cada una de ellas con su propia narrativa, todas ellas evocando el espíritu de la primera etapa de Rough Trade, el sello británico conocido por su atrevida y ecléctica propuesta musical. La música de Feria no era ajena a esa mezcla de elegancia, provocación y crudeza inteligente que definía las producciones de los primeros años de la discográfica. En este sentido, el trabajo de Feria se presentó como una especie de homenaje a aquella era dorada de la música independiente.
Las canciones que integraban el disco eran: “Estamos Aquí”, “A Pero B”, “No Dígase”, “Aborto/Tempura”, “Cabeza Negra”, “International”, “No Comment”, “Alexei Nemov / 50 Cents”, “Robbie Williams”, “Me Ponen Los Museos”, “Todo Lo Contrario”, “Kokusaiteki” y “Payasas Guapas”. Cada uno de estos títulos constituía un microcosmos sonoro, una propuesta única que exploraba diferentes facetas de la vida, la cultura y la sociedad a través de la música. Feria no solo creaba canciones; construía mundos que, aunque fragmentados, se unían para formar un todo coherente.

Un universo de referencias
En este álbum, Feria tejía un tapiz sonoro y lírico repleto de referencias tan insólitas como brillantes, desplegando una creatividad que desafiaba cualquier clasificación convencional. Con una audacia artística notable, versionaban a Serge Gainsbourg en el tema “No Comment”, aportando su propia sensibilidad al legado del legendario músico francés. Al mismo tiempo, invocaban (con igual desparpajo) a figuras tan dispares como Robbie Williams, el rapero 50 Cent, el pintor barroco Caravaggio o el gimnasta ruso Alexei Nemov, en un collage cultural tan inesperado como fascinante.
La mezcla resultante era conceptualmente rica, irónica, descarada y, a pesar de su eclecticismo, absolutamente coherente con la estética de Austrohúngaro, el sello que siempre apostó por lo inclasificable. Las letras, muchas veces fragmentarias y cargadas de dobles sentidos, jugaban deliberadamente con los límites del lenguaje y la interpretación. Se abrían así a una variedad de lecturas posibles, generando un juego constante entre lo poético, lo absurdo y lo profundamente humano. Cada canción funcionaba como una cápsula pop de diseño único, con vocación de culto y una identidad sonora inconfundible.
El final: La belleza del recuerdo
Feria nunca buscó la fama. De hecho, probablemente la rehuían con determinación. Existió la intención de grabar un segundo disco, e incluso había ya una canción escrita que llevaba por título “Amigas Que Ya No Son Amigas”. Sin embargo, los caminos comenzaron a bifurcarse. Las integrantes se distanciaron paulatinamente, y el proyecto fue quedando en pausa hasta congelarse por completo.
Lejos de convertirse en una anécdota olvidada, Feria quedó como un recuerdo entrañable, brillante y profundamente especial para quienes tuvieron la fortuna de escuchar su música en el momento justo. Su silencio posterior no fue un final amargo, sino parte de su misterio: una despedida que nunca se anunció, pero que hoy se celebra como un gesto de belleza.

La huella sonora: Apariciones en recopilatorios
Aunque su trayectoria fue breve, Feria logró dejar un pequeño pero significativo rastro sonoro en la escena musical independiente. A pesar de no haber contado con una carrera extensa ni con una gran proyección comercial, su propuesta artística consiguió calar en un reducido pero fiel grupo de oyentes que supo valorar su particular sensibilidad pop. Tras la publicación del disco, algunas de sus canciones comenzaron a aparecer en diversos recopilatorios, lo que contribuyó a expandir su legado y a mantener viva su memoria entre los seguidores del pop más exquisito y singular.
En 2005, el sello Krakatoa Discos, en la que fue su única referencia editada, lanzó el Cd “En Plan Travesti”, una recopilación que reflejaba el espíritu underground de la época e incluía la canción “Aborto/Tempura Ya”, uno de los temas más representativos de Feria, que combinaba ironía, provocación y una sensibilidad electrónica muy marcada. Ese mismo año, el sello Austrohúngaro, referente en cuanto a pop electrónico y propuestas arriesgadas dentro del panorama estatal, editó el doble Cd “Spanish Electronic Pop Classics. Vol. 2”, donde volvió a aparecer “Aborto/ Tempura”, confirmando así su relevancia en el panorama del electro-pop nacional.
La revista Zona de Obras, también en 2005, regaló junto con uno de sus números el Cd “Latinas. Vol. 2”, un recopilatorio que pretendía mostrar una panorámica del pop femenino y alternativo en español, y que incluyó la canción “A Pero B”, otro de los temas distintivos de Feria, caracterizado por su estructura juguetona y sus letras ingeniosas. En marzo de 2006, la canción “Cabeza Negra” fue seleccionada para formar parte del recopilatorio “Momentos 2005. Vol. III”, editado por el sello Sinedín Music y distribuido junto con el número 238 de la revista Rockdelux, publicación de referencia en cuanto a cultura y música alternativa.
Finalmente, la versión que Feria hizo del clásico de Serge Gainsbourg, titulada “No Comment”, fue incluida en el recopilatorio “Pop Rock From Catalonia”, una iniciativa del gobierno catalán editada en Cd por Gencat, que tenía como objetivo dar visibilidad a la diversidad de propuestas musicales emergentes en Cataluña. Esta inclusión confirmó el interés que seguía despertando la obra de Feria, incluso más allá de los círculos habituales del pop independiente.
Epílogo: Fería, una constelación fugaz
Feria fueron una constelación fugaz en el firmamento de la música independiente española. Surgió, brilló con intensidad y desapareció casi sin hacer ruido, pero dejando tras de sí un eco que aún resuena en quienes supieron mirar más allá de las modas y las listas de éxitos. Su sonido, inconfundible y libre de etiquetas, se entrelazaba con una estética cuidada hasta el más mínimo detalle, y una forma de componer canciones tan poco ortodoxa como profundamente honesta.
Lejos de seguir las normas dictadas por el mercado, Feria optó por trazar su propio camino, guiado más por la intuición y la emoción que por la lógica comercial. Esa actitud les valió el reconocimiento de un público fiel que encontró en sus melodías una belleza distinta, casi secreta. Su paso fue breve, sí, pero su legado permanece como un destello imposible de borrar en la memoria de la escena alternativa.
Feria no aspiraba a ser grande, ni a ocupar titulares ni portadas. Y, sin embargo, logró algo mucho más difícil y valioso: ser absolutamente único.
Fuente: Chicas En Banda