Tres años después de sorprender con su álbum debut homónimo, Neomak regresa con una nueva propuesta sonora que reafirma su identidad y abre nuevas puertas creativas. Su segundo trabajo, “Lazturak Orbain” (Balaunka, 2025), consolida la fusión entre folk y electrónica que caracteriza al grupo, aunque esta vez el pulso pop cobra mayor protagonismo, otorgando al conjunto una luminosidad diferente, más accesible y contemporánea.
A pesar de su juventud, las integrantes de Neomak han recorrido un camino intenso, marcado por transformaciones personales y artísticas. Su historia se remonta a más de una década atrás, cuando se dieron a conocer como Sorginak, el grupo de trikitilaris y panderojoles que acompañaba a Kepa Junkera. Aquel aprendizaje, junto al contacto directo con la tradición musical vasca, se convirtió en la base sobre la que edificarían su propio universo sonoro. Hoy, con un proyecto plenamente autónomo y una formación reducida tras la marcha de una de sus componentes, Neomak demuestra una madurez que trasciende los años de experiencia.
“Lazturak Orbain” está compuesto por nueve temas grabados entre Euskadi y Cataluña, un proceso que refleja también la diversidad geográfica y emocional del álbum. En esta ocasión, el grupo ha contado con la colaboración de Olivera Estudi (el dúo de productores Víctor y Pau, desde Banyoles, y ha vuelto a trabajar en la casa de Haritz Harreguy, donde ya grabaron su primer disco. El resultado es un trabajo que combina lo ancestral y lo digital con una naturalidad que solo pueden lograr quienes conocen profundamente ambas orillas.
Neomak no solo reafirma su compromiso con la música de raíz, sino que también se atreve a reinventarla, dotándola de nuevas texturas, melodías y discursos. “Lazturak Orbain” es, en esencia, la prueba de que la tradición puede seguir evolucionando, incluso bajo la luz de un sintetizador.


