Orígenes chispeantes
A comienzos de los bulliciosos años 90, en plena efervescencia cultural de Barcelona, surgió una banda que pronto se convertiría en un pequeño mito clandestino: Me Duele El Corassón. Frente a tantas propuestas serias y ceremoniosas, ellas irrumpieron con una mezcla deliciosa de espontaneidad, humor y lo que su círculo más íntimo bautizó (con cierta retranca) como “pop escacharrado”. Cantaban en inglés, pero su espíritu era tan desinhibido que parecía trascender cualquier idioma.
Primeras uniones musicales
La aventura comenzó casi por casualidad, con Patricia (voz) y Susana (guitarra y coros) tocando versiones de The Beatles y The Velvet Underground sobre el césped del Campus Universitario de Barcelona, celebrando el fin de los exámenes de febrero como si no existiera el mañana. Muy pronto se sumó Marién (bajo y coros), aportando groove y actitud, y después Violeta (batería), cerrando así un primer cuarteto que desprendía una energía casi parangonable con la de sus referentes.
Los primeros escenarios
La banda debutó en el mítico Casal de Sarriá de Barcelona, y el entusiasmo fue tal que pronto repitieron en la sala Communiqué, también en la Ciudad Condal. Tras estos conciertos se incorporó Susita (teclados), aportando capas sonoras que engrandecieron el sonido del grupo. Poco después llegó Raquel, quien tomó el relevo de Violeta a la batería, dando lugar a una formación renovada y más sólida.

Crecimiento sonoro y eclecticismo
Esta nueva alineación permitió que Me Duele El Corassón encontrara un sonido más robusto, más magnético, que las llevó a actuar en diferentes locales de Barcelona y alrededores. Su eclecticismo era palpable: algunas integrantes se derretían por la psicodelia, otras vibraban con el hardcore, el britpop, el grunge, el rap o el punk. El resultado era un cóctel imposible de etiquetar, una mezcla deliciosa y desobediente que convertía cada canción en un pequeño artefacto inclasificable.
Rescate histórico
En mayo de 2024, el sello Uterzine decidió desempolvar un pedazo de historia y rescató dos conciertos perdidos de la banda, publicándolos en cassette (un formato que encaja a la perfección con su espíritu rebelde y casi anacrónico, dicho sea con cariño). Uno de los directos fue grabado en la sala Communiqué el 22 de enero de 1995, y el otro en el Fusioskate de La Báscula en Barcelona, el 5 de octubre de 1996, donde compartieron escenario con grupos como 7 Notas 7 Colores, Facsímil, Penguin Village o Trip, entre otros.
Las grabaciones fueron digitalizadas por Maritxu Alonso para Uterzine y masterizadas por Mercedes Faleiro en La Jabalina, lanzándose ambas en un único cassette bajo el título “Me Duele El Corassón”. Así, décadas después, la banda volvió a resonar, como un eco alegre y persistente de una época donde la música se vivía sin prisas, sin etiquetas y con una libertad absolutamente contagiosa.
Fuente: Uterzine / Chicas En Banda

