Hay grupos que nacen tranquilos, discretitos, como si pidieran permiso para existir. Y luego están Tronkas!, que irrumpen como un vendaval que entra por la ventana sin avisar y te desordena la habitación… pero te deja el alma más contenta que un lunes sin alarmas. Ellas no vienen a encajar, vienen a estampar color, a desmontar el drama, a bailar con sus propias reglas y a decirte, con un chorro de decibelios, que el mundo es más llevadero cuando se vive con un poco de desparpajo y un mucho de ruido del bueno.
Estas cuatro sirenas del rock emocional (Lee, Irune, Carlota y Norah) no hacen canciones como quien escribe un diario, sino como quien lanza confeti a la cara de la rutina. Cada tema parece compuesto mientras cruzan un meteorito a lomos de una guitarra encabritada. Hay sentimientos que rasguñan, melodías que acarician y un caos tremendamente organizado que brilla con descaro juvenil. Si hubiera una palabra rara para definir su esencia, podría ser “catacróntica”: explosiva, rítmica y pletórica de entrañas.
Después de soltar bombas sonoras como “Woke” y “Menudo Rollazo”, el público ya no las escucha: las persigue. Sus directos huelen a sudor con purpurina, a sinceridad sin anestesia y a esa catarsis encantadoramente estrafalaria que solo aparece cuando te atreves a sentir sin pedir permiso. Ellas convierten lo cotidiano en epopeya y lo vulnerable en bandera, logrando que medio mundo quiera corear las penas como si fueran un chiste interno entre colegas.
Y ahora, la jugada maestra: Tronkas! se suman oficialmente a Subterfuge Records. No como quien ficha un contrato, sino como quien entra en una casona histórica a dejarla patas arriba con ideas nuevas, urgencia creativa y un espíritu que parece tener turbo incorporado. Esta alianza promete travesuras sonoras, guitarrazos con aroma a revolución doméstica y himnos para quienes aman lo imperfecto con entusiasmo casi delirante.
Abróchense los cinturones, porque lo que viene no será moderado, sino gloriosamente tronkanesco: más ruido, más emoción, más insolencia festiva. Que nadie se atreva a bajar el volumen.


