Orígenes punk desde Valencia
La historia de Cnidari comienza en Valencia en 2014, impulsada por una mezcla de rabia, necesidad de representación y amistad. No era casualidad que surgieran precisamente allí: el barrio de Benimaclet, los centros sociales okupados, la pulsante escena musical autogestionada y los colectivos feministas estaban viviendo un momento de efervescencia. Muchas bandas nacían, desaparecían, volvían, pero pocas tenían una identidad tan clara desde el primer día. Ellas eran Natalia (voz), Marta (batería), Iris (guitarra) y Laura (bajo), cuatro jóvenes que venían con ganas de ruido, conciencia política y cero interés en entrar en la industria musical.
Varias integrantes ya venían curtidas: algunas habían formado parte de bandas como Ultrabotox o Últim Batec. Ese bagaje permitió que desde el principio Cnidari sonaran compactas, sin necesidad de grandes arreglos ni pretensiones técnicas. Su fuerza residía en la urgencia, en la honestidad, en la posibilidad de gritar sin maquillaje. Fue así como se autodefinieron como “riot grrrl des de València”, una declaración que, lejos de ser estética, era política y cotidiana: autogestión, feminismo, cultura libre y música como herramienta de resistencia.
Su mensaje era directo: “tejer alianzas contra el cisheteropatriarcado” a través de la música, con presencia tanto “arriba y debajo de los escenarios”, invitando a crear comunidad, a ensanchar el punk para todas aquellas que no siempre se sentían representadas en un mundo musical todavía muy masculinizado. Su sonido se apoyaba en un punk básico y crudo, con matices garageros, letras en valenciano y una contundencia que no necesitaba virtuosismo para ser política.

La oleada de conciertos
A partir de agosto de 2015, Cnidari se lanzan a una cadena intensa de conciertos. Tocar ya no era solo música: era militancia, era tejer redes, colaborar con colectivos, respirar otros centros sociales, intercambiar ideas, acordes y fanzines. Ese mes tocaron en el CSOA L’Horta, sito en el barrio de Benimaclet (Valencia), en un cartel con Suquet De Rap y la rapera argentina Sara Hebe, una alianza que unía punk y hip hop, evidenciando que la lucha era más amplia que cualquier género.
Dos días después participan en las Festes Alternatives de Villalonga (Valencia) dentro del Punk Al Ras, junto a Meel, Crim, Panoràmix y The Hair Dreyers. Allí se fortalece algo fundamental: el público no era mero espectador, sino cómplice, parte del mismo grito.
La actividad continúa en Kaos A Sants, también en Valencia, con un cartel compartido con Butrön, Policia Interior, Cortinilla Grasienta y Arrest. Entre escenarios okupados, cables compartidos, bocadillos fríos y viajes nocturnos, la banda empieza a ganar seguidores que no solo iban a verlas tocar, sino a escucharlas decir, gritar, resistir.
Otros momentos inolvidables: la discoteca Capgirat en Xàtiva (Valencia) con Generación Basura; el viaje a Madrid para tocar en La 13-14 Okupada, compartiendo cartel con La Otra y Orchis Simia, donde conectaron con el entorno de colectivos feministas que las recibió como hermanas.
Desde ahí saltan a Guipúzcoa, tocando en el histórico Putzuzulo Gaztetxea de Zarautz junto a Endemaño, un espacio emblemático del movimiento juvenil vasco. También participan en el Nesken Gauak en Basauri (Guipúzcoa), celebrado en la Txarraska Gaztetxea, junto a Magmadam, Diferma y otras bandas. Esa experiencia les permitió ver que su mensaje viajaba, se entendía y se hacía propio en otros territorios. Cerraron esa etapa en Bilbao, participando durante la Semana Grande, sumando otra ciudad convertida en eco rebelde.

El nacimiento de su primera grabación
Mientras los escenarios ardían, Cnidari deciden dejar huella sonora en septiembre de 2015. Lanzan una maqueta digital sin título, completamente autoproducida, grabada en directo desde L’assaig, en Massanassa (Valencia). Un acto DIY que reivindicaba que grabar no es un lujo ni propiedad de estudios caros: era otra herramienta de lucha.
Las canciones eran: “Em Seguisc Alçant”, “Lleis Patriarcals” (versión de Dominatrix), “Mateixa Sang, Mateix Batec (Cèl-lules)”, “Ocells” y “Sorella Rebel”. El sonido era imperfecto, pero real, libre de adornos, directo como una pintada en una pared. Esa maqueta empezó a circular entre escenas alternativas, compartida como un secreto a voces entre distris, gaztetxes y colectivos feministas.

Regresos intermitentes y más escenarios
Después de un parón, regresan en septiembre de 2016 a las Fiestas Populares de del barrio de Benimaclet, de la mano de Fusa Activa, confirmando que el barrio era su casa, su refugio y su altavoz. En octubre viajan a Madrid, a la sala Fun House, en apoyo al documental Sin Tu Permiso, junto a Troika, Heksa y Wanda y La Mujer Pantera, demostrando que la música puede financiar documentales, sostener luchas y generar comunidad.
De nuevo en Valencia, vuelven al CSOA L’Horta junto a Presas Del Produkto y Respect My Fist, una noche donde el público no solo cantaba: denunciaba, abrazaba, sostenía. También participan en el Ateneo Okupado Izar Beltz, en Bilbao (Vizcaya), en la octava edición del Nesken Gauak, junto a Lunatic Catz, Cecilia Payne, Holy Nuns y Magmadam. Esa gira informal las consolida como referencia dentro de la escena punk feminista del Estado, aunque nunca necesitaron ninguna etiqueta oficial para serlo.
Finalmente, tocan en La Fábrica, en Xàtiva, con Fuêgo, cerrando un otoño intenso, lleno de kilómetros, complicidades y noches que acababan tarde, pero empezaban con el mismo grito: punk feminista o nada.

La cassette rosa: Su mejor sonido
En mayo de 2017 llega su trabajo más pulido: una cassette (de color rosa) de 8 temas. Contiene: “Intro”, “Jo M’alce” (adaptación del poema “Still I Rise”, de Maya Angelou), “Cèl-lules”, “Ocells”, “Sorella Rebel”, “Tot i No Res”, “Scum” y “Autodefensa Feminista” (versión de Pottors Ta Klito).
Grabado en abril de 2017 en Pares o Nones, en Valencia, por Dani Frechina, y editado por F.E.M. (Fuck Empty Records), este trabajo no solo mejora el sonido: confirma la madurez creativa del grupo. Letras más afiladas, riffs más definidos, mensajes más abiertos y coros colectivos que invitaban a gritar, no a escuchar pasivamente.

El silencio final (por ahora)
Poco después del lanzamiento de la cassette, Cnidari anuncian en redes que harán una pausa indefinida. Vidas cambiando, mudanzas, distancias… algo tan sencillo y real como incompatible con seguir tocando. Sin dramatismos, sin comunicados épicos: la honestidad de decir que no podían continuar, pero sin cerrar puertas.
Su historia quedó suspendida, no enterrada. Su legado permanece en las bandas que surgieron después, en los colectivos que las adoptaron, en quienes se animaron a formar grupos tras verlas y en cada ciudad donde alguien todavía guarda una pegatina, una camiseta, una entrada doblada, un fanzine o esa cassette rosa que aún suena en algún radiocasete, en alguna habitación llena de ganas de gritar.
Porque Cnidari no desapareció: simplemente se dispersó, como las redes que ayudaron a tejer. Y toda red que se teje, sigue existiendo.
Fuente: Chicas En Banda

